Todo rayaba en “normal”, incluso escuchar el mismo programa de radio cada noche; un programa popular en el que se contaban historias de miedo, algunas rayando en lo inverosímil, pero que hacían de esa hora algo entretenido que escuchar.
Los radioescuchas estaban atentos a los relatos, a la música acorde a lo que se contaba, a las respiraciones del locutor que imprimían algo especial a las tramas.
Pero qué fue lo que sucedió esa vez? Aun no se comprende. Alonso no encuentra una explicación lógica para lo que sucede.
Era una noche como cualquier otra; el acostumbrado camino, la misma rutina en los mismos tiempos. Nada cambiaba en el trayecto.
Salió de la oficina, bajó al solitario sótano para abordar su auto y encaminarse a casa. Como era su costumbre, encendió el radio del coche para escuchar su programa favorito, sacó un cigarrillo para fumarlo antes de partir. Esos 5-10 minutos eran un deleite para él, que estaba rodeado de soledad a esas horas, porque ese relax le permitía olvidarse de sus broncas en el trabajo o de casa y manejar tranquilo.
El programa radial lo hacía sonreír, estremecerse, asombrarse o de plano burlarse porque los relatos podían rayar en lo absurdo.
Aquel día la rutina fue la misma, trabajo, sótano, radio, cigarro, camino a casa, pero Alonso notó algo en el ambiente, algo “raro” aunque nada cambiaba.
En el trayecto a su hogar, era obligatorio pasar por un paraje espacioso y muy grande lleno de bejucos, hierba alta, matorrales, en fin, un humedal enorme.
Al ir conduciendo, le llamó la atención la historia que comenzaba:
“Una chica de 18 años conoció al chico del que quedó enamorada al instante; hizo todo lo posible por enamorarlo, por hacerse su novia, pero a él parecía no interesarle porque la veía como una niña aun, pues él ya tenía 25 años, y la vida se abría a su masculina juventud, y le hizo saber que no tenía tiempo para niñerías.
Ella, que sentía un profundo amor por aquel chico que la ignoraba y despreciaba, intentaba una y otra vez ganar su amor sin conseguirlo, aunque él no tenía interés alguno.
Después de 2 años, esta chica lloraba sin motivo, sentía ansiedad y desasosiego profundo. Y a pesar de que sabía que la veía como una niña a la que no podía o no quería amar, se cansó de perseguir a su ideal y decidió irlo a buscar para terminar ese ciclo y comenzar de nuevo.
Lo encontró donde sabía él estaba y al verlo sintió como su pecho se oprimió y comprendió que tenía roto el corazón.
Su ideal estaba con otra chica…pero, aun más joven que ella cuando lo conoció. Corrió. Corrió sin querer mirar atrás. Corrió lo más rápido que pudo mientras sus ojos se nublaban con gruesas lágrimas de desesperación… y mucha desilusión.
De pronto, Gritos, rechinar de llantas, golpes, un cuerpo que parece saltar desde el asfalto para ir a clavarse en las jardineras de aquel parque, hilos de sangre, gemidos de dolor, un para de ojos desilusionados y llorosos, ven llegar a los curiosos que le rodean y de pronto topan a su ideal que la mira con indiferente curiosidad.
Casi para morir, le estira la mano como pidiendo algo, la acompañante le pregunta si la conoce y el responde “nunca en mi vida la he visto”
La chica se duele, pero al mismo tiempo se llena de odio y celos, y en sus estertores de muerte lo mira fijo y expira sin apartar la incómoda vista de aquel chico que se estremece de temor, al mismo tiempo que el cielo se ennegrece y provoca miedo en todos los presentes porque han visto una transformación dantesca en la cara femenina.
Nadie sabe quién era la chica y su cuerpo fue a la fosa común; al paso del tiempo, curiosamente cuando se acerca esta fecha se han sabido desapariciones de chicos que ya muertos aparecen en diferentes parajes desiertos sin que se sepa quién o qué los ha matado.»
Ahora esa leyenda se le conoce como “la demonio de los barrotes” porque ahí al morir, se transformó.
Alonso manejaba y escuchaba esa historia al momento que capta que pasa por el humedal y repara en que está muy obscuro y tenebroso, cuando de pronto ve una chica parada en una banqueta que le mira fijo y sigue la trayectoria del auto. Alonso no se para pero sintió un escalofrío recorrer su cuerpo; más adelante, continua manejando y observa nuevamente a la chica.
– ¡Imposible! La acabo de ver atrás.
Nuevamente la chica de la acera, sigue la trayectoria del vehículo y Alonso ya está nervioso.
Sigue adelante y ahí está de nuevo, y Alonso siente miedo incontrolable.
Al terminar aquel paraje, Alonso continua manejando aunque le tiembla todo el cuerpo y de pronto, sintió una respiración en su nuca, voltea a su derecha y de manera inexplicable hay alguien a su lado, baja al mínimo la velocidad. Comprendía que era él, una de las nuevas víctimas de desaparición que acababa de escuchar, pero cómo, a manos de quién si solo estaba él y ese “alguien”.
Alonso sintió terror a través de toda su espina dorsal, se le helaron las manos y los pies, se le secó la boca y no podía o no sabía qué decir, aquella cosa le miraba fijo y con odio, sin parpadear ni inmutarse.
Bajó de su auto y enseguida el “alguien” ya estaba frente a él. Miró su rostro horrendo, la mirada vacía y rencorosa, su cuerpo maltrecho… Comenzó a llorar y preguntó atemorizado ¿qué quieres? ¿Yo que te he hecho? ¿Porque me haces esto?
El “alguien” le dijo… “acabas de escuchar una historia en la radio”; Alonso asintió. “Esa historia es la mía, yo amaba y me despreciaron, me negaron y me vieron morir sin darme un consuelo.” dijo el Alguien
– Lo lamento- susurró, Alonso
– Sé que no es cierto, no lo lamentas.- contestó el Alguien -“pero en realidad no importa ya”
Y sin que lo esperara, el “alguien” le toco el pecho y Alonso al instante, sintió como si hielo le cubriera el corazón, sintió un vacío enorme, sintió desolación y un doloroso amor. Cayó de rodillas sintiendo un dolor en su espalda, sintió salir sangre de sus oídos y percibió como su corazón se marchitaba con espasmos dolorosos, en tanto el Alguien le decía:
“Yo soy Abril, aquella chica que despreciaste porque no querías niñerías, la que te amó tanto pero a ti no te importó, la que atropellaron y murió en los barrotes de una jardinera y negaste haber conocido; la que por venganza, ha hecho desaparecer y morir a jóvenes… Más estoy acabando con quien destrozó mi bondad y ganas de la vida. Hoy te vas conmigo a los infiernos”
Alonso con la mirada aterrada, sentía mucho dolor en su pecho, gritaba… consciente de que se le escapaba la vida y dijo “perdóname” y Abril le contestó con maldad y sarcasmo “nunca en mi vida te he visto”…”pero te veré agonizar como ahora, sin morir nunca en la eternidad.”
————-
Desde ese día, ya no desaparecen jóvenes ni se siente miedo en el parque ni en el ambiente. De la “demonio de los barrotes” ya no se sabe nada, es tan solo una leyenda urbana que ya nadie escucha ni cuenta; en tanto, el cuerpo de Alonso sigue siendo buscado por la policía.